viernes, 6 de mayo de 2011

Martha

Las cosas nunca son simples, eso es lo que todo mundo quisiera...
Angela y Martha, que son hermanas, se casaron con dos hermanos, a Angela se le murió el marido. Eran tres hermanas, me falta Petra, y un hermano: Manuel.
Pues como dice el dicho: si no es Juana, su hermana. Angela y el esposo de Martha tienen un amor.
A Martha se le puso que tenía que ir a pagar una manda, y les llamó a todos sus hermanos, menos a Angela. Tenía dos años pidiendo los favores a la virgen y se le puso que ya era el momento de ir a pagar. Nadie sabía qué había pedido. Fué mucha su insistencia a que la acompañaran. Se fué descalza.
Fueron entonces Martha, Petra, el hijo de Martha y un cuñado de ellas. Manuel le dijo que no podía, porque tenía que ir a trabajar.
La hija de Petra les dió un raid hasta un lugar donde pudieran tomar un camión. No caminaron ni una cuadra.
Una patrulla de policía, en esta terriblidad que ahora vivimos, perseguía a nosequién, perdió el control y fué a dar arriba de ellos.
Petra se había quedado unos pasos atrás acomodándose una mochila, y vió como la camioneta caía encima de sus hermanas, de sus familiares. Corrió para ver qué les había pasado, el dolor era visible. Llegó la ambulancia, todos concientes y dieron sus nombres y se los llevaron al hospital.
Martha pagó la manda con su vida. No resisitió su cuerpo el atropello.
Angela acompaña a su cuñado-amor en su pena y llora como Magdalena. Todo el mundo se pregunta si sentirá culpa. Yo creo que no.
Aparentemente el favor que hizo la virgen fue romper el triángulo amoroso. Entre las broncas familiares y los problemas de salud, se sentía frita.
Esta es solo una de las miles de historias que se pueden contar hoy producto de la estúpida guerra contra el narco. Los llamados daños colaterales. Y ahora dirán que son gracias divinas las muertes.
Nomás eso nos falta.

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