domingo, 18 de abril de 2021

De “la guerra contra el narco”

 Era un miércoles como cualquier otro pero se me ocurrió ir de compras a un mercado que solo ese día vendía en la colonia Las Quintas. 


El espacio para estacionarse es más bien pequeño y había un lugar muy cerca de la delegación de policía. 


La delegación no era gran cosa, dos o tres cuartos. Igual número de patrullas iban y venían.

Pasé por el puesto de verduras y pensé que sería lo último, para no ir cargando todo el tiempo. Vi las macetas y las naranjas. Era buen momento para comprar naranjas. 


Fui al lugar donde vendían gadgets. Me gustan los cables conectores, los audífonos multicolores y siempre es un gusto ver las novedades. Mientras esto veía de pronto se escuchó un estruendo, proveniente de la delegación. Después del estruendo, se oyeron balazos. Otros dos estruendos y más balazos. 


Estaba a menos de 100 metros de ahí. La gente en el puesto se tiró al suelo y yo hice lo mismo. No nos acostamos, solo nos redujimos. Me acuerdo que estando en cuclillas veía frente a mí unas botas vaqueras. Afuera, por un pasillo, mucha gente empezó a correr hacia el lado contrario del edificio. Yo me preguntaba cómo iba a salir si mi carro estaba justo ahí. 


Los balazos no paraban, y nosotros tampoco. Estábamos mudos todos. De pronto el dueño del lugar dijo tenemos que irnos, va a llegar el ejército. Todo mundo sabía que una vez que llegaba el ejército no permitían a nadie irse. Testigos, preguntas, investigación. Entonces les dije: mi carro está allá, como le hago?


- Pues váyase pronto señora!


Salí del puesto pensando que ya había terminado la refriega. Todos corriendo hacia un lado y yo hacia el otro, como siempre, contracorriente. Ya ni compré nada. Creo solo traía una bolsa de las tales naranjas. Al lado de mi carro una patrulla ardía y las llamas se extendieron a un árbol. Eran llamaradas muy altas. 


Llegué al carro y en cuestión de nada arranqué. Salí a una avenida y dos cuadras adelante me di cuenta que el parabrisas estaba lleno de vidrios de la explosión de la patrulla que estaba al lado. Habían usado granadas. 


Empecé a reír /nervios/ sin saber si detenerme para quitar los vidrios, en ese tiempo todo daba miedo. Qué tal que me detuviera un policía y preguntara por qué tantos vidrios, te podías sentir cómplice o te podían involucrar en ve a saber qué. Llamé a R que estaba en su trabajo y me dijo y ahora a donde vas?

-a la casa, a donde más 


No volví a pisar un mercado por un buen tiempo. El miedo no anda en burro.