martes, 21 de abril de 2020

Como Paulina de la Mora, judías las dos

No sabíamos de nuestro origen. Toda la vida nos vendieron la idea del mestizaje de españoles con indígenas.
No es que alguien quiera ser de una pureza de sangre como quien quiere ser superior o tener pedigree. Más bien queríamos ser mexicas.
En 2015 el gobierno español giró un decreto. Le darían la Ciudadania a quienes pudieran comprobar que sus ancestros eran judíos expulsados por la Corona. Tenías que dar cuenta de siete generaciones atrás. Los diarios más conocidos publicaban listados de apellidos que pudieran tener ese vínculo.
El decreto tenía fecha de caducidad: 2019.
En marzo del 19 me enteré del asunto. Decidí investigar un poco en mi familia y encontré que mis raíces eran sefarditas. Nadie entonces creyó que esto era cierto pero empezamos a atar cabos.
Mi abuela paterna nació en un pueblo muy pequeño y hablaba de una manera inusual. Usaba vocablos que en la ciudad no, y tenía costumbres un tanto raras. La carne de cerdo no era común en la mesa. Hacían pan de maíz o de trigo sin levadura. La familia avecindada en ese paraje tenía un poco de ganado: ovejas, cabras y vacas. Acostumbraban matar un cabrito muy joven “de leche” para las fiestas y en atención a visitantes distinguidos. Mientras el grueso de la población mexicana es católica ellos eran muy ajenos a la iglesia aunque parecían creer en Dios. Podría hacer un listado más grande y tal vez algunas costumbres estén difundidas por todo el planeta, pero la cuestión es que en la región donde nací y vivo, estaban todas juntas.
Me dieron un certificado de verificación de mi origen. Con el papel en mano, me dirigí a un abogado español y él hizo los trámites ante la comunidad judía en España y ante el gobierno, quien a la brevedad me envió algunos requisitos a cubrir. Actas de nacimiento, defunciones y bautizos /leyó usted bien: bautizos, porque esos judíos tuvieron que convertirse a la iglesia católica ya que la Inquisición los persiguió a todos los confines/ dieron fe de mi origen.
El gobierno español me dio fecha para ir a oficializar el trámite: marzo 9 de 2020.


¿Quién diría que la pandemia me encontraría en uno de los países más golpeados de inicio?
Viajé de México a Madrid el dia 7. El 8 participé en la marcha feminista. El 9 fui a Toledo a constatar que ni un alma había ya en las calles y a buscar boletos de regreso. Salí y el día 10 estaba de nuevo en suelo mexica.
Ah! Pero con pasaporte carmesí para la comunidad europea. ¿Qué tal? Oficialmente española por ascendencia sefardita.
Ahora solo espero que no me persigan grupos neonazis o me llamen a servir al ejército israelí o a ver qué locura se les ocurre.

domingo, 12 de abril de 2020

TopoChico

El penal del Topo Chico

En diciembre de 2019 cerraron por fin la cárcel que habiendo sido construida en las afueras de la ciudad, gracias al crecimiento de la misma, con el paso de los años quedó aprisionada entre avenidas, colonias y negocios.
En los últimos años y producto de la una fallida guerra contra el narco, muchos sicarios y traficantes de diferentes bandos quedaron recluidos y se desataron conflictos que llevaron a masacres ahí dentro. Custodios, carceleros, y autoridades de todo nivel corrompidos por los cárteles solaparon bacanales a cambio de ganancias nada despreciables. Asesinatos, tráfico de drogas y alcohol, trata de personas. Explotación sexual de presas.

Quienes estaban esperando sentencia o quienes ya la purgaban fueron a dar a otros penales periféricos y con el fin de que el interior de la cárcel fuera conocido por la población se abrieron algunos sectores y en visitas guiadas te daban un tour. Menudo tour entre escombros y decadencia. Un paisaje  abandonado.

Lo visité dos veces. En la primera no logré observar detalles. Supongo que por impresionante.  En la segunda tal vez un poco pero siempre quedaron lugares oscuros y cerrados que ni vi ni veré nunca.

En la segunda visita un muchacho con cara de niño grandote, corregía constantemente a quien guiaba “no, no estaba ahí la peluquería, ahí era una cocina”. También agregaba detalles que evidentemente el otro desconocía.
Parecía que necesitaba decir que él ya conocía el sitio. Me contó que su padre estuvo preso cuando él era menor y que era un buen hombre. Se murió mientras purgaba condena. Puede ser que aplique la regla de que los muertos siempre fueron buenas gentes.

Ahora que estamos en cautiverio voluntario, en medio de la contingencia por Covid19, me pongo en lugar de quienes siguen recluidos y no me salen las cuentas.

Ni en sueños imaginamos tener un arraigo domiciliario y los delitos que cometimos como humanidad contra el planeta y contra nuestros congéneres supongo son tan graves que los días o meses que pasaremos son
proporcionales.

Tampoco asumo que haga una crítica o autocrítica con una falsa moral.

Ahora todo El Mundo convertido en celdas individuales pagando condenas.