lunes, 3 de junio de 2013

Merolicos "modernos"


Nora Carolina Rodríguez Sánchez
Muy cerca nuestro, se desenvuelve dentro de su burbuja de entusiasmo, positivismo, buen humor y buenas vibras el respetadísimo Dr. Buena Onda. Tiene una trayectoria de más de 18 años como merolico, digo, como motivador, capacitador y conferencista en temas de calidad. Tiene una empresa que lleva su nombre, con el subtítulo Conferencias y seminarios de calidad. Más de 10 millones lo han oído. Tiene un programa diario en la radio que llega al centro de la República Mexicana y a California, E.U. Lo contratan empresas, escuelas, sindicatos, va a fiestas y celebraciones, es muy conocido y casi toda la gente que le escucha se embelesa con la charla amena, superficial, digerible, con poco contenido pero muy comprensible, pragmático y, además, al decir de las mayorías seguidoras de sus maravillosas reflexiones, sirve muchísimo.

En todos los tiempos ha existido la charlatanería. La novedad es que en pleno siglo XXI este tipo de parásitos siga teniendo éxito. Y a medida que se da el progreso, los recursos que éste le aporta son invaluables: para que sus enseñanzas y reflexiones lleguen a cualquier persona ha impreso libros y grabado CD’s, audiolibros, libros electrónicos. Está en twitter, en Facebook tiene al menos dos sitios donde sus seguidores suman más de 21 mil. Puedes comprar sus productos por Internet y pagar con Visa, MasterCard o Pay Pal, descargar la aplicación para tu iphone. Ha formado un equipo de 16 profesionistas integrado por médicos, psicólogos, abogados, un experto en temas de calidad y un sacerdote.

Los comerciales y los refranes lo dicen: puedes ver el vaso medio lleno o medio vacío. Este doctor y su equipo se encargan de lograr que todo mundo lo vea medio lleno y con tendencia a llenarse, siempre.

La complejidad del entramado social, la transición del mundo moderno hacia la globalización, las constantes crisis económicas, entre otros factores, implican cambios en la interpretación de la realidad que, para algunas personas, no son perceptibles o no es fácil encuadrarlos en un diferente marco. Sin mencionar estos tiempos obscuros debidos tanto al crimen organizado como a la desorganización generada por un sistema fatal de gobierno. Las dificultades personales o de grupo, los cambios en la estructura familiar por causas económicas, sociales y hasta amorosas, trastocan la vida de mucha gente.

Esta gente es terreno fértil para el pregón, para la conferencia, para la reflexión, como denomina a estas tareas el merolico posmoderno. Sus palabras ayudan a la gente, son prácticas, positivas, hasta te hacen reír. Es muy interesante cómo a algunas personas les encanta verse ridiculizadas por este hombre. Te cuestiona el para qué preocuparte, en el entendido de que todo el mundo tiene problemas –mal de muchos, consuelo de tontos-, en el entendido de que si el problema tiene solución, no hay por qué preocuparse y, si no la tiene, con mayor razón es inútil preocuparse. Te infunde amor al prójimo, a la madre, al padre, a los hijos. Te cuestiona para qué discutir, no tiene caso; por qué refunfuñar de tus jefes, de las autoridades, en una palabra, te pide que no pienses tanto, ya que la vida es placentera, bonita, simple. Te da consejos, te dice que fortalezcas tus debilidades y aproveches tus fortalezas (sic); esto es, utiliza lo fuerte que eres para ampliar tus debilidades. Afirma que la obediencia es una virtud que desarrolla el carácter. Yo no sabría exactamente cómo interpretar esto, ¿la recomendación es que te sometas, que obedezcas para tener un carácter blandengue, un carácter oprimido, suprimido, nulo? Te da información sobre cómo detectar a un mentiroso. No sabemos si alguien pueda usar esa información para mentir profesionalmente… ¡Vaya! Si su público se detuviera a analizar el discurso de este motivador profesional, de seguro no tendría el éxito comercial que hoy tiene. El problema no es que tenga éxito comercial, en estos tiempos de libre comercio cada quien se puede enriquecer vendiendo lo que sea, hasta ilusiones. El problema es que pudiendo usar la palabra para algo realmente constructivo, la usa para entretener y mediatizar un discurso tendiente al sometimiento y la falta de juicio crítico.

Pero no tenemos un pueblo cuestionador, y quienes podrían cuestionar, se complacen en difundir este mismo mensaje superficial y anodino. Es mejor tener a la gente contenta, riendo a carcajadas de las simplezas y analogías bastas de nuestro nunca bien ponderado doctorcito. La vida es complicada; los problemas sociales, inmensos; la situación económica, caótica y sin atisbos de mejoría; los momentos para relajarnos y poder disfrutar son pocos, como cuando escuchamos a este hombre, me dijo una amiga, y tú, con tanta amargura, quieres echarnos a perder el rato.
Nora Carolina Rodríguez Sánchez