viernes, 30 de julio de 2010

Mundo de Bizarro

Como en la gran historieta de uno de los superhéroes, nuestra realidad hoy parece el Mundo de Bizarro.
Bizarro crea un mundo paralelo al de Superman, donde él pueda ser poderoso, pero la tierra creada es cúbica. Este mundo es imperfecto porque no se puede hacer un paralelo de la realidad idéntico. Cuando Bizarro crea clones de los otros personajes, éstos, deformes, acaban repudiándolo y quieren destruirlo. Se esconde tras la persona de Clark Kent e intenta casarse con Luisa Lane, quien a su vez decide clonarse para que sea su clon quien ame al villano.
Un mundo paralelo es lo que mejor define lo que hoy vivimos. Por un lado, todo el horror del narcoterrorismo y, aunado a esto, la destrucción de la ciudad. Por otro lado, nuestra acendrada costumbre del doble discurso, la doble vida, la doble moral.
Se nos ocurrió ir a cenar unos tacos a un lugar por el Contry. Las familias ahí reunidas conversaban amigablemente, comían, disfrutaban del lugar y el momento. Los temas: las vacaciones, las idas a McAllen, la posibilidad de organizar una fiesta era lo que unos jóvenes conversaban: “o sea, güe.… que si vamos a llevar la enchiladera o, psss, no te decides de los tacos de trompo, güe…”. A gritos.
A menos de 50 metros de ahí, el puente que comunicaba la avenida Revolución con Las Américas está destrozado. Todo parecía normal, natural, como un cuentecito. Como en un programa de televisión. Querían aparentar que estábamos en Dean & Deluca. A menos de un kilómetro de distancia, la gente aun vive en la calle porque sus viviendas se las llevó el río La Silla.
Cuidando las proporciones, me daba la impresión de las escenas de películas hollywoodenses donde los jerarcas del ejército alemán se divierten en el cabaret con mujeres sofisticadas fumando con pitillos de oro, todo glamour y lujo, comida y bebida en exceso, mientras los bombardeos afuera se escuchan y hacen tintinear los candiles. Y toda la gente con cara de que no importa la destrucción afuera.
Así estábamos ahí. A nadie parece importarle que la ciudad esté en ruinas, que la gente no tenga qué comer o dónde dormir, es SU problema. Pues qué bárbaros, ¿a quién se le ocurre irse a vivir al cerro o a la orilla del río?
Es un mundo paralelo el de la debacle, eso no es vivir bonito, eso es pura negatividad, hay que gozar la vida y hoy mismo. Hay que negar y negarnos a nosotros mismos que como dice el refrán, el agua ya nos llegó a los aparejos, literal y simbólicamente. Tenemos nuestro mundo paralelo creado (y aparentemente también es cúbico): vemos las cicatrices en calles, casas, cerros, avenidas, pero nuestra doble moral nos indica que debemos hacer como que no las vemos, mejor no hablamos de ellas.

Para los daños incalculables: trabajo temporal por 45 días, despensas y bonos por diez mil pesos por familia, postergación de pagos de impuestos, dineros del FONDEN miserables y a cuentagotas.
Para los granadazos y masacres: renta de traileres con refrigeración para guardar cadáveres, compra de mas armamento y recrudecimiento del narco ahora convertido en terrorista.
Para ignorar el secuestro y muerte de civiles, periodistas, inocentes: la censura, la cerrazón y el aniquilamiento de la sociedad civil.

¿Que ahora somos testigos de debacles y masacres? ¡Qué importa! vamos a comernos unos tacos con los Migueles y, como dijo Scarlett O´hara: después de todo, mañana será otro día.

jueves, 29 de julio de 2010

Nostalgia

Esto, tengo que escribirlo...
Lo que voy a contar era hace muchos, muchos años, cuando solo eramos capitalistas, tercermundistas, clasemedieros, aspirantes al progreso, cuando no eramos neoliberales ni habiamos entrado a la globalización.
La gente hacía su ropa. Cosía. Las máquinas de coser eran muy cotizadas, las telas eran hermosas, las tiendas vendían patrones mcalls o simplicity, existían unos libros enormes donde elegías tu patron y buscabas en un archivero donde estaban todos y cada uno de los anunciados en los librotes.
Ademas, existian las modistas, que te confeccionaban tu ropa a tu gusto, de tu talla.
Aunque aun hay quienes deciden coser o mandar hacer su ropa, la llegada de las maquiladoras dio paso a la sobreoferta de prendas, de tal manera que por cantidades risibles puedes comprar cuanta ropa quieras.
Además, en nuestra ciudad se venden prendas de segunda mano o de baja calidad, o saldos de tiendas norteamericanas, así que podemos traer vestidos de diseñador/a por cantidades nimias.
Calvin Klein, Anne Klein, tiendas como Gap, Banana Republic, Hollister, Mauricio, solo por mencionar algunas, abaratan la ropa ridículamente.
En fin, a mi siempre me ha gustado coser, y si había dejado de hacerlo fue`por varias razones: la primera, que a mi hija los vestidos que le confeccionaba, le daban calor, le calaban.
Otra razón fue que me dediqué a trabajar para sobrevivir y no tuve ni máquina ni tiempo para hacerlo.
La otra razón fue que está a mi alcance la posibilidad de comprar la ropa en mcallen o en algún lado americano, así como comprar esas ropas de saldo. Llegue a traer una blusa de Paul Gaultier, que me había costado algo así como tres dolares.
Ahora que puedo volver a coser, que tengo una máquina que también adquirí a precio risible, me encuentro con que ya ni venden patrones en mi ciudad, y que las telas son horribles y calurientas, que los materiales para elaborar manualidades están prefabricados, pre ensamblados, están hechos en serie y son de pésimo gusto, corrientes, chafos.
Hoy pasé por la tienda El Niágara, que si mal no recuerdo es de los Dieck, una familia árabe que se asentó en la localidad y que nos proveían de cuanto hilo, liston, zipper o botón necesitáramos. Atienden aun dos mujeres a quienes reconocí después de mas de veinte años de no ir a esa tienda. Están avejentadas, limpias, pulcras, una de ellas tiene un movimiento involuntario de su cabeza, luce delgada, cabello cano muy bien peinadita. La otra sufrió una parálisis facial y se ve un poco mas vieja, ella engordó un poco. Cuando le comenté a la primera que estaba retomando mi afición por la costura y necesitaba material para un juguetito, me dijo que ya casi nadie cose y que nadie hace manualidades. Le dije que la reconocía de hacía tantisimo tiempo y le dio mucho gusto. Nos despedimos deseándole yo su bienestar y ella, suerte en mi tarea.
No puedo dejar de sentir nostalgia por lo que ya se fue. Por lo que un día tuvimos y ahora ya no existe. ¿Tendremos que olvidar lo perdido?

sábado, 24 de julio de 2010

cincuenta cuerpos humanos

¿Cómo puede alguien ir a enterrar mas de cincuenta cuerpos humanos, incinerarlos, balearlos, torturarlos, sin que nadie se de cuenta? En el mismo sitio. En menos de quince días. Hace quince días, aquí, en ese lugar, estaba lloviendo torrencialmente. ¿Cómo le hicieron?

A ver… (el tono es de total incredulidad). Esto, no es posible.
Estamos siendo testigos de la peor de las pesadillas que muchos escritores han fabulado. La historia nos ha dado ejemplos terribles de masacres, pero todo apunta a que en poco tiempo, se verán opacados con las muestras de crueldad y saña con que se libra esta guerra, la mal llamada guerra contra el narcotráfico.
Y aunque parece que no se sabe quien trae la batuta en esta sinfonía aparentemente sin ton ni son, el panorama es muy claro para los estudiosos del tema. Las fuerzas del orden que fueron creadas para resguardarlo, son cómplices de los que han dado en denominar malitos. La corrupción campea en todos y cada uno de los cuerpos de seguridad.

Hay indicadores claros de que el principal motor del narcotráfico es el lavado de dinero. Los expertos, como Edgardo Buscaglia, dicen que una de las medidas que realmente combatirían al narco, es la investigación de la procedencia de fondos en muchas y variadas empresas. El considera que nuestro país cuenta con la plataforma fiscal necesaria para rastrear el movimiento de dinero. Y ha ilustrado claramente como en otros países este mecanismo ha dado resultados.
Pero una de las consecuencias inmediatas es la demostración de la capacidad de corrupción que tiene el narco, y es evidente que muchos funcionarios públicos, civiles, militares, de la armada, de todos los confines del país, serían evidenciados. Nos faltarían cárceles para tanta gente. ¿Leyes? Hasta una agencia de investigación de los Estados Unidos puso en claro cómo es que quienes son denunciados, aprehendidos y encarcelados, gracias a los procedimientos legales o ilegales, a los resquicios de las leyes y la injusticia y corruptelas que padecemos, vuelven a la vida social como si cualquier cosa. Y no digamos la parcialidad de los mas encumbrados órganos encomendados a impartir justicia. Ni saben lo que es, a la vista de un buen fajo de billetes. No importa que sean verdes.

No me digan que no están asustados con el hallazgo de las fosas clandestinas en Juarez, N.L., a una orillita de la autopista a Reynosa. Cuando escucho a algunas voces describir el macabro hallazgo, la descripción de los tatuajes de los cuerpos humanos, me invade una especie de tristeza, desesperación, melancolía… creo que esto no solo no tiene remedio, sino que de facto, nos estamos impresionando o espantando, algunos se estarán acostumbrando, otros mas serán incrédulos, pero como decía aquel viejito: ya no fue bueno. Ya no vamos a quedar buenos (de juicio, de razonamiento) después de todo este sainete: tiros de gracia, decapitados, levantados, secuestrados, torturados, quemados vivos o muertos, entambados en ácidos.
Y eso, quienes queden vivos, porque a este paso, veinticincomil serán pocos.
Qué les gusta como pronóstico? Siendo conservadora, pronostico una tercera parte de la población. Entre los que se pelean entre sí, los que son “combatidos”, los llamados daños colaterales, todo es suma de bajas.

A ver quienes quedan para dar cuenta de la nueva y diferente sociedad que se tendrá que construir. Empecemos a diseñar la utopia. De otra forma no podremos ni siquiera continuar.

lunes, 5 de julio de 2010

Recuento de los daños

Aferrarse a las cosas detenidas

es ausentarse un poco de la vida.

La vida que es tan corta al parecer

cuando se han hecho cosas sin querer.

Pablo Milanés

Los daños materiales generan daños emocionales.

Después de una pérdida, los seres humanos, acostumbrados a generar apegos, sufrimos lo que se conoce como duelo, descrito por algunas teorías psicológicas. Y vivir un duelo no es sencillo. Porque en el duelo, duele.

En medio de la destrucción de las vialidades, casas, parques, cuando una gran cantidad de regiomontanos sufren la pérdida de sus propiedades, mientras aún no nos reponemos del asombro-susto-miedo-pasmo-indignación-impotencia del paso del huracán, los medios de comunicación y el discurso oficial casi de inmediato adoptan la bandera del reconstruccionismo positivo: lo vamos a levantar mejor, se necesitan tantos y cuantos millones de pesos, los regiomontanos somos grandes, trabajadores, vamos a poder con esto y nos vamos a recuperar: ánimo.

Si algo campea en el imaginario social, hoy, es el fantasma de la destrucción. He sabido de casos en los que hoy, la casa esta semi-sepultada por lodo y piedras, y no aceptan ni salir de ella ni que alguien les ayude. Casos donde no tienen servicios públicos y aún así, la gente prefiere quedarse “a cuidar las cosas”. Una joven señora estuvo sumamente preocupada porque al irse la luz, la alarma de la casa no estaría activada, y empezó a temblar de miedo ante la posibilidad de ser robada. Vive a 50 metros del río La Silla, aunque en alto, le tocó vivir en el lado afortunado.

Momentos como este sirven para reflexionar en varios sentidos, me parece que el primero es la insensatez de construir donde no es conveniente ni geológica ni hidrológicamente. La voracidad de los constructores, ha impulsado fraccionamientos fuera de toda lógica. En cauces de ríos, en la montaña. Hay cientos de fraccionamientos en Nuevo León donde han cambiado el cauce de los arroyos, que no saben de modificaciones, el agua simplemente sigue su curso, si le atraviesas autopistas, casas o calles, el agua no respeta obstáculos. El agua cobra la factura mas tarde o mas temprano. La pretensión de tener una casa non plus ultra, ha llevado a algunas personas a imaginarla, diseñarla, desarrollarla y tenerla, aunque no coincida ni armonice con el medio ambiente, para eso es el dinero, ¿que no? En esta ciudad, y en muchas otras, no tenemos la exclusividad de la sinrazón.

Otro aspecto que vale la pena repensar es este asunto de los apegos. Y no pretendo filosofar ni psicologizar. Simplemente, tratar de cuestionar cómo, en pleno siglo XXI, cuando tenemos ya bastante claro que de pan no se vive solamente, nos enamoramos perdidamente de una persona, de una taza o de una calle, de una casa, asignamos valores altísimos a los objetos y a los sujetos objetivados y cuando los perdemos, zaz! A sufrir se ha dicho.

Tampoco pretendo dar lecciones de desapego, pero vale la pena preguntarnos para qué queremos tanto al carro, la casa más bonita (que la de los demás, claro), las joyas mas ostentosas, todo lo mas in, todo lo que se vea y reluzca mas. ¿Qué tanta satisfacción genera la posesión de los objetos? Tampoco quiero decir que no nos enamoremos, pero un apego enfermizo entre las personas, no es tan recomendable. Las posesiones no deberían incluir la vida de los demás.

Ahora, en la inmediatez de los estragos del fenómeno mal llamado natural, llamado huracán, llamado Alex, habrá que dar apoyo psicológico a quienes todo lo perdieron. También a quienes perdimos una parte importante de nuestra ciudad, que somos todos los regiomontanos, muchos nuevoleoneses. Y no bastarán palmaditas en el hombro. Por primera vez, las autoridades tienen el acierto de dar por terminado el ciclo escolar. Ni zapatos les quedaron a algunos como para poder ir a la escuela. Ni donde vivir. Sería bueno que también impulsaran campañas de apoyo a la ciudadanía. Ahora, aunque suene plañidero, hay que solidarizarnos. Pasar el trago amargo del duelo, de las pérdidas, en compañía, pongámonos a reparar las alas del colibrí como si fuéramos seres humanos pensantes.