lunes, 7 de marzo de 2011

¿cuándo se acabarán los balazos?

Aunque el tema parezca trillado, tenemos que dejar constancia de los efectos de esta estúpida guerra contra el narcotráfico que emprendió el no menos estúpido presidente.
Hemos cambiado nuestro estilo de vida, a causa de ello, definitivamente. Todos: grandes, medianos y chicos, señoras, señores, jóvenes, niños, niñas....
Ni las escuelas se han salvado de las balaceras, hasta los más pequeños se han visto enmedio de las ráfagas de armas de alto poder, y granadas de fragmentación.
Yo me he jubilado hace dos años y ahora dispongo de tiempo, para mí, para hacer otras cosas, diferentes a las que toda la vida había hecho. Solo había trabajado, como una loca en temporadas, me había entregado al trabajo y finalmente decidí que era momento de dejar tanta locura, tanta prisa, tanto hacer y hacer..
En fin que ahora tengo tiempo, por lo que ahora puedo ir a hacer ejercicio, puedo ir a conferencias o tomar cursos, puedo hacer más que cuando trabajaba, definitivamente. Leo mucho, escucho música, cuido de mis mascotas y de mis plantas.
Salgo, pero en estos tiempos no mucho, porque la susodicha guerra se deja ver en cualquier lugar y en cualquier momento. Ha habido balaceras hasta dentro de los supermercados, en los llamados filtros de seguridad que no son otra cosa que retenes de inseguridad, porque el narco le trae ganas a los polis que no están con ellos, entonces van y les avientan granadazos a los dichosos filtros. En estos días deciden si conservan los filtros o los desaparecen, no están siendo operantes.
Un lugar que me gusta visitar y al que definitivamente ya no puedo ir, es a los mercados rodantes: este mercado ambulante que se arma con estructuras metálicas y toldos, los oferentes montan sus carpas y mesas donde venden fruta, verdura, plantas, ropa, cosméticos, herramientas, comida para mascotas, antigüedades. Todo venden, menos ilusiones.
El miércoles pasado, pasaba cerca de un mercado, y pensé que sería buena idea llegar porque ahí las plantas son muy baratas, y ahora que se helaron muchas, necesito algunas. LLegué y efectivamente compré tres plantitas, las fui a dejar al carro, y seguí. Fui a recorrer todo el mercado, que no es muy grande y busqué comprar comida preparada para ya no tener que hacer en casa, no encontré y ya iba de regreso al carro, para irme a mi casa, ni modo, tendría que cocinar. Me llamó la atención un puesto donde venden aparatos electrónicos americanos y algunos objetos como cubiertas para celulares, estaba viendo uno y apenas iba a preguntar su precio cuando se escuchan balazos cerquita de donde estábamos, a 20 metros de distancia. Alcancé a ver en el aire el fuego que lanzan las armas cuando explota la bala. No fueron muchos, como quince nadamás, y la gente en el puesto donde estaba se tiró al piso. Yo siempre tengo tremenda resistencia a tirarme al piso, no se qué me pasa, pero aun no logro hacerlo con facilidad... En fin, me puse encuclillada al lado de un señor y con tanto miedo que tenía me agarré de su pie, sentí que traía una bota, entonces me agarré fuerte de la bota del señor.
Cuando estábamos en el suelo se escuchó una explosión, una granada y en seguida otra, inmediatamente empezó a salir un humo negro, la gente se levantó del suelo y empezó a correr al lado contrario a las balas y explosiones. Yo también, porque (ja) como explica la psicología social, en los fenómenos de masas, el miedo se contagia, sin ton ni son y sin ponernos de acuerdo echamos a correr todos y todas, pero yo me preguntaba, para dónde voy, si mi carro está estacionado cerca de donde fueron los balazos y las granadas....
Me detuve y me metí a otro puesto donde varias señoras estaban acuclilladas y yo hice los mismo. Decir que me metí al puesto es un decir, porque en realidad todo es un lugar abierto, no hay paredes, no hay techos, no hay nada, es una superficie abierta donde montan el mercado. Las mujeres estaban pálidas, a toda la gente que yo veía se le había ido el color de la piel, y supuse que yo estaba igual. Tenía mucho miedo y no sabía como iba a salir de ahí.
Llegó el hijo de la dueña del puesto, donde no sé ni qué vendían, y le dijo a su mamá que cómo se irían, que no los iban a dejar ir. Mas miedo me dio. Me imaginé que ahí estaría toda la tarde, no sé, ya veía llegando al ejército y acordonando todo. Entonces les dije que mi carro estaba por allá y que no sabía siquiera si aun tenía carro.... Me dijeron que cómo se me había ocurrido dejarlo cerca de los policías. Y yo también lo había pensado, cuando me estacioné, pasó por mi cabeza la posibilidad de una balacera, pero deseché ese pensamiento oscuro, contrarrestándolo con: no me va a pasar nada, sería muy mala suerte, es muy temprano para que vengan a balacear, en fin, tratando de tranquilizarme, lo que ahora es tan común, creo que muchos de nosotros intentamos mantenernos tranquilos no pensando continuamente en las posibilidades de vivir en el caos. Caos en el que sin embargo, vivimos.
Me armé de valor y me dirigí hacia el carro. Me puse a caminar al lado de un señor que iba hacia allá, le dije que mi carro estaba ahí y me dijo, donde? Señalé y entonces alcancé a ver el carro. A unos 5 metros del carro estaban ardiendo dos patrullas, las alarmas de los carros sonaban y el ruido era ensordecedor, también el calor del fuego, que sobrepasaba el capacete, casi corrí hacia el carro, me metí volando y arranqué. La salida del estacionamiento estaba congestionada, toda la gente intentando salir de ahí. Entonces recordé otra entrada al estacionamiento, y viré hacia allá. Iba entrando una camioneta pick up blanca con los vidrios oscuros y con luces estróbicas en la defensa. Entró en medio de una polvareda, rayando llantas. Esperé a que entrara y me salí de ahí. Del capacete de mi carro caían vidrios hacia la calle, le habían llegado los vidrios de las patrullas cuando explotaron. En mi parabrisas también había vidrios. No sabía si el carro estaría baleado, lo unico que quería era salir de ahí.

Manejé aproximadamente tres kilómetros y me detuve, me bajé y ví que no le había pasado nada al carro. A mí, las heridas que me está provocando todo este sainete no se ven, pero voy acumulando sustos, agobios, miedo.

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