Ayer me caí.
No fue una caída cualquiera, no.
Transitaba por la calle Colegio Civil en ese tramo donde están los mesones. Muchos puestos en las banquetas. Puedes caminar por la calle aparentemente con tranquilidad porque casi no entran vehículos.
Traía mi bolsa atravesando el cuerpo, cuidándola porque sí es una zona donde te podrían asaltar. También cargaba una bolsa plástica en la mano izquierda. Unas mugrillas había comprado.
Yo iba en línea recta, cuando intempestivamente vi casi sobre mi pie izquierdo un artefacto de esos que son para cargar cajas, un diablito.
La reacción del cuerpo que está en movimiento /supongo/ es brincar el obstáculo. Eso fue ente tropezón y salto porque la rueda también continuaba su marcha.
Eso fue un choque entre el diablito y yo. Salí despedida y azoté con rodillas y extendiendo los brazos; las palmas y el antebrazo izquierdo llevaron la peor parte.
Desde el suelo viré y le grité al tipo, que estaba pasmado:
“Chinga tu pinche madre “
No dijo nada. Me extendió la mano para levantarme. Tomé su mano pero no podía levantarme y seguí maldiciendo.
-al mismo tiempo pensaba que debía parar de maldecirlo pero no podía-
Otro hombre llegó y me tomó la otra mano y entre los dos levantaron los 77 kilos que cargo.
Ya de pie y sin haber soltado nada, los tipos se fueron. Me recargué un poquito en un puesto porque no podía moverme. Me repuse y seguí caminando. Empecé a llorar sin parar. Me dolía un raspón en el antebrazo y las rodillas, mucho.
Fui hasta el mercado Juárez y en el baño me lavé los raspones y la mujer que limpia el lugar me ayudó a serenarme. No podía parar de llorar.
R. me esperaba en un puesto de libros usados.
Más tarde me revisó un médico y me hicieron radiografías. El dolor era mucho. Me inyectaron ketorolaco y ya en casa me unté pomada de la Tía. Los golpes fueron severos.
Yo me pregunto si el tipo no me vio. Mido 1.70. No creo que no me viera. Tal vez iba muy de prisa, o iba en la baba. Lloré mucho y caí en la cuenta que hacía mucho tiempo que no lloraba por dolor, ni tanto. También lloraba de rabia.
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