martes, 19 de abril de 2011

semana santa

Dice la autoridad que está cuidando a la ciudadanía. Y para eso mandaron a la marina, al ejército, policía federal y todo lo que se les ha ocurrido.
Es evidente que eso no garantiza en absoluto nuestra seguridad. Y preferimos retar al destino. Si el destino hoy es tan incierto, si yendo al súper, al trabajo o a la escuela te pueden matar, pues no nos queda mas remedio que aventurarnos y lanzarnos por alguna carretera, tentando a la suerte, no vamos a pasar las pocas vacaciones que tenemos encerrados, enterrados vivos con miedo.
Y allá te voy, destino: Reynosa. Desde que sales, guardas en tus pantalones “cargo” las llaves de la casa, los pasaportes, las tarjetas de crédito, resuelto a pensar que si te quitan el coche, de perdido tendrás con qué identificarte y entrar a tu casa.
Primer escollo salvado: Benito Juárez, sin -absolutamente- ningún policía, ningún agente de tránsito y para nuestra suerte, ninguna camioneta con vidrios polarizados a la hora de cargar gasolina en una tienda que parece ya de inconveniencia saliendo de la zona metropolitana.
Segundo escollo salvado: Cadereyta. Con todo lo que siempre se ha dicho de ese poblado, con sus columpios tradicionales y la locura que aseguran ahí impera, además obviamente de la violencia galopante, pasamos la segunda prueba.
Carretera: una patrulla, dos patrullas, tres patrullas, cuatro patrullas… puedes seguir contando y llegan hasta 15. No más. ¿nos están cuidando? Eso no se puede asegurar jamás. Pero ahí van. Por el lado contrario, por tu propio sendero… más patrullitas.
Llegas a Los Ramones, tercer escollo. Patricio, un amigo mío me explicó que no eran los Ramones sino debería ser los Ramón, como si yo soy Rodríguez, y mis hermanos y yo no somos los rodriguezes, sino los Rodríguez, en fin, llegas ahí y no puedes asegurar que el miedo ya pasó. No. Sigue latente y cuando logras pasar el entronque, respiras con un poco de alivio. Ya sigue China. ¿Alivio? Están Los Ahijados, que seguramente lo son de algún muy pesado Padrino, que ayuda a conservar el sitio incólume, a pesar de antiguas balaceras y granadazos.
Cuando ya pasaste China y Bravo, sientes que tu meta está próxima. Ya se empiezan a ver las estaciones de PEMEX y se avizora la ciudad a la que vas. Ay carreterita, cuando te vas a terminar. Por fin llegas a tu destino y puedes, ahora sí, lanzar un hondo suspiro: llegaste. Con bien. ¿cuándo antes tuviste que preocuparte por algo que no fuera el buen estado de tu coche o el nivel adecuado del tanque de gasolina?
Pues ahora es un verdadero reto viajar por carretera, y cuando logras hacerlo en tu coche, con tu familia o amistades, sientes que has logrado lo que poca gente: ni te asaltaron, ni te secuestraron a algún acompañante, ni violaron a nadie, ni te quitaron el auto, y después de todo ese susidio, decides tomarte una bien helada, porque tantísimo estrés de la carretera te ha dejado sin aliento.

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