miércoles, 15 de julio de 2009

Balazos

(esto lo escribí el día 15 de julio de 2009)

 

Ayer salimos de la casa al mediodía, fuimos a comer con Aurora y después de comer me dormí media hora mientras Ricardo revisaba unos escritos.

Teníamos por delante 4 exámenes profesionales, réplicas a las tesinas de nuestras alumnas de la Especialización en Estudios de Género en Educación.

Llegamos a la UPN a las 2:04 p.m. y empezamos el primer examen profesional a las 2: 30 aproximadamente. Amira presentó y casi gritaba cuando explicaba algo,  el examen terminó, las muchachas traían Boone´s, agua, una charolita muy mona con quesos, jamón en rollitos y aceitunas. Yo les celebré los palillos, que eran extra grandes, como para hacer algunas brochetitas.

Siguió Jessica y su mamá nos llevó unas galletas de coco, refrescos y un paté enchiladito envuelto en queso crema, lo interesante era la forma que le dio al paté, los símbolos de femenino y masculino.

A mí me gustó tanto ese paté, que no podía parar de comerlo, pensando que tal vez me podría hacer daño el queso pero también pensando que valía la pena correr ese riesgo. Ya habíamos tomado una botella de Boones, con tan sólo 4 grados Gay Lussac, o sea, nada. Aceitunas,  unos pocos rollitos de jamón y paté con muchas galletas crackets.

Terminamos el examen de Jessica y comentamos que teníamos un retraso de una hora. Faltaban dos exámenes todavía, llegó Angeles con más rollitos de jamón, más Boones, más aceitunas y más palillos extra grandes.

Eran, en el reloj de la computadora, las seis en punto, y ella empezó a hacer su presentación. No llevaba dos diapositivas, cuando se oyó un ruido extraño, como si tronara un transformador, un ruidazo… después, como si tronaran cuetes. Otro, y uno más como una explosión. Ups, pensé, son balas.

Lo pensé y lo dije y todo el mundo me volteó a ver con incredulidad.  Como  si todos nos hubiéramos quedado pasmados, nadie hablaba. Los balazos continuaban. Me fui a asomar a la ventana que da hacia el anillo vial y observé que los carros se daban de reversa. ¿qué estaba pasando? Eleazar dijo, vamos a tirarnos al piso y todo mundo se tiró al piso, Amira y Angeles juntas, a un lado Eleazar.  Ricardo se sentó en el piso y me decían que me tirara al piso. Yo pensé que no me podía llegar un balazo y entonces le marqué al director de la escuela, que no sabía absolutamente nada (para variar) me dijo, ¿qué?, ¿cuáles balazos? Y le dije, pues ya hace cinco minutos que están tirando balazos aquí afuera y no sabemos que está pasando. Me dijo, no, es que yo estoy acá. Como si yo supiera donde queda acá. Lograron que me sentara en el suelo pero la verdad me parecía exagerado tirarme al piso.

Me asomaba una  y otra vez por las ventanas y me gritaban las personas con quienes yo estaba, que me quitara de las ventanas que las balas perdidas y no sé cuántos.

Pasaron fácilmente 15 minutos en los que no pararon los balazos. Al principio, muy al principio escuché muchos gritos de mujeres, no supe quién gritaba.

Le llamé a mi hija y le pedí que buscara noticias en internet, que no sabíamos qué estaba pasando, que estaba una balacera afuera y que tenía miedo.

Cuando ya pasó eso, salimos y me acerqué al barandal del lado oriente, un hombre estaba en la acera de enfrente, por Nemesio García y gritaba de una manera horrible. Les exigía a nosesabequiénes que salieran, que se tiraran o no sé exactamente  qué les decía, sólo se oían los gritos horribles.

En eso, que empiezan de nuevo los balazos, corrimos como locos a un salón y nos metimos, ahí estaban Elizabeth, su mamá, Mabi, Angeles y yo, Ricardo se quedó afuera y a gatas se metió al salón al que pudimos entrar. Angeles y Elizabeth lloraban y tenían mucho miedo, les llamaron por teléfono a sus familiares para que no vinieran, para que no pasaran por donde estábamos, se veían realmente desesperadas. Mabi no paraba de decir ay dios mío, ay dios mío y decía que estaba sudando demasiado, que estaba toda mojada. Yo trataba de calmar a las muchachas diciendo que no nos iba a pasar nada, en ese momento sí me senté en el piso pero ellas estaban acostadas. Yo decía eso pero no estaba segura de que no nos pasaría nada. Con mucho miedo, pensaba que podían entrar a la escuela y tomarnos como rehenes, matarnos, tenía miedo pero no quería demostrarlo.

La segunda balacera duró como cinco minutos.

Entonces ya no queríamos salir de este otro salón. El miedo no anda en burro.

Ahí estuvimos por otros quince minutos con mucho miedo, se empezaron a oír sirenas y vimos por las ventanas que llegaron policías federales y que pasaban patrullas de tránsito. Abrimos una ventana que da a la calle de atrás, estaban unos vecinos afuera de su casa y les pregunté que si ya se podría salir y me dijeron que sí, que ya andaba ahí el ejército... 

Le llamé a Aurora, mi hermana que vive a unas 10 cuadras de ahí, y le pregunté: ¿no oíste los cuetes? y me dijo, sí, ¿donde fue eso? y le dije, no, fueron balazos y estamos aquí en la UPN sin poder salir del salón... dicen que hay muertos afuera y le dije que no se saliera de su casa.

 

Salimos y fuimos al otro salón, donde estaba el otro examen profesional, ahi estaban Martha, Benavides, X., Sandra, alumnado que no sé ni de dónde salieron. Sandra hablaba con un alumno, en la ventana estaban otras dos alumnas que yo no conocía, y las que iban a presentar.

El estúpido de X. dice, vamos a reunirnos los jurados para tomar una decisión. Su discurso siempre es tipo esquizoide, pero estaba más alterado que de costumbre y dijo que teníamos que  dar una respuesta a las alumnas de lo que estaba pasando. Me dieron ganas de decirle que era un imbécil, que ni nosotros sabíamos qué era lo que estaba pasando. Dieron las 7 y Ricardo empezó a escuchar el telediario en su celular y ya empezaron a decir que había al menos cuatro muertos sobre la calle.

Yo, en medio del nerviosismo,  me puse a cantar una del Cártel de Santa: “¿Dónde están perros? Dónde están perros quiero verlos saltando.Tráeme más perros quiero verlos gritando. Quiero

más perros que el cártel trae el mando y venimos a

acabarlos. Dónde están perros quiero verlos

saltando. Quiero más perros ya los oigo ladrando

que el cártel trae el mando y venimos a acabarlos...”

Después dijeron en las noticias que se llevaron a dos heridos. Luego dijeron que había dos muertos más en la caja de la camioneta que estaba sobre Nemesio García Naranjo. El jurado de Martha, Benavides y X. decidió que continuaran el examen. No me podría imaginar que hicieran eso, a sabiendas de que en la calle, a menos de 50 metros de nosotros había seis muertos tirados en el suelo, en la calle.

Nosotros nos fuimos al carro, íbamos a salir hacia Ruiz Cortines y una patrulla de federales estaba en la esquina, nos dijeron que salieramos por la otra calle, porque la tenían bloqueada. Cuando salimos a  Nemesio García, volteé hacia atrás y vi el gran operativo, yo creo que había al menos 100 policías,  la camioneta negra, muchas patrullas y todo confuso…

Salimos a Ruiz Cortines y por el camino escuchamos telediario y transmitían la balacera ratatatatatatatatatata... ay, que miedo de verdad... que pinche miedo.

Les llamé a mis hijos y les dije que no se movieran de donde estaban, les platiqué y seguí asustada.

Llegamos a la casa y nos tomamos dos cervezas, prendimos el clima y me dormí temprano. Me desperté también muy temprano y en las noticias solo dijeron que bla bla bla.

Yo pienso que este pinche gobierno calderonista errático y pendejo es el culpable de este desmadre. No han tenido absolutamente ningún acierto en su pretendida guerra contra el narco.

Supongo que el federal que estaba en la calle gritando como un desquiciado fue quien mató a los que traían en la camioneta, en la caja... ¿a quién le gritaba, si ya estaban los otros tirados muertos en medio de la calle?… pues a los de la caja de la camioneta, y la segunda balacera fue para darles matarili.

Todavía estoy asustada.

 

 

Nora Carolina Rodríguez Sánchez

 

1 comentario:

Regiacatrina dijo...

Hoy, a casi dos años de esa mi primer experiencia directa con la violencia en Nuevo León, reconozco fácilmente el sonido de las granadas al explotar, las ráfagas de metralletas, los sonidos de balas aisladas. No es agradable, ni me acostumbraré nunca. Cada día, tenemos que restringir cada vez más nuestras salidas de casa. Vamos a trabajar porque es indispensable. Salimos de compras, porque hay que comer. Las diversiones ya no consisten en ir al campo, las carreteras son muy inseguras. Vamos al cine o a comer por ahí, cosa que también se está volviendo imposible porque hay asaltos a mano armada en los restaurantes. En el café Starbucks, han asaltado a toda la concurrencia, en varios establecimientos. Nada ha quedado libre de violencia. Las escuelas, las iglesias, los restaurantes, las casas. Es deprimente.
A casi dos años, han inventado un protocolo de seguridad para las escuelas y consiste en tirarse al suelo, no salir del salón, no asomarse por las ventanas y no tomar fotografías al exterior.
Una maestra tomó un video de su alumnado mientras afuera había una balacera y la subieron a youtube. Le han dado un reconocimiento, de parte del gobierno del estado y han ensalzado su valentía y autocontrol. Yo sigo pensando que este es un estado fallido y que lo que está fuera de control no son las personas sino el país entero.