Para Alexis
El estudiantado mexicano, en un
movimiento organizado a través de redes sociales, movimiento que la sociedad no
esperaba, se manifiesta hoy, se expresa exigiendo transparencia y exigiendo la
Verdad a los medios de comunicación y al Estado.
Los antecedentes son muchos: la
organización de un debate entre los candidatos y la candidata a la presidencia
por demás absurdo, cerrado, con preguntas entregadas anticipadamente y matizado
por dos eventos: la transmisión de TV Azteca de un partido de futbol de un
campeonato de liguilla a la misma hora, y la presencia de una playmate
oficiando de edecán en el mismo.
La preferencia por el candidato Peña
Nieto en las televisoras, el duopolio informativo Televisa-TV Azteca para
manipular la información, privilegiándolo en transmisiones y en falsas
encuestas o encuestas sesgadas, para aparentar que posee preferencias
electorales mayoritarias.
Los eventos que se generaron en la Universidad
Iberoamericana y en el Tecnológico de Monterrey y que dieron cuenta, en el
primero, de que Peña Nieto no solamente fue defenestrado por las y los
estudiantes de esa casa de estudios, quienes están dando una gran lección a quienes pensaban que todos ellos eran
como el Pirrurris; y en el Tec, cuando se presentó López Obrador y casi fue levantado
en hombros a la voz unánime de Pre-si-den-te, Pre-si-den-te, mostrando su
preferencia electoral. Otro evento de menor importancia, pero que
definitivamente también deja huella, es el comentario que hizo Josefina Vázquez
Mota sobre su formación académica, cuando dijo que nadie es perfecto, porque
estudió economía en la Ibero.
La UANL está tomando una actitud de
cerrazón ante las solicitudes estudiantiles de escuchar en casa a los
candidatos y la candidata, excediendo la mesura que más que eso, parece miedo
de la institución al cuestionamiento y la crítica.
Los eventos de la Ibero y del Tec
provocaron la furia de Televisa, que al momento increparon sobre el origen de
las rechiflas dirigidas a Peña y decretaron que no eran estudiantes y que solo
fueron 131 personas, que se infiltraron. En el caso del Tec, dijeron que solo
fueron unos cuantos revoltosos y
también que no eran estudiantes. Así es como descalifica la prensa oficial el
criterio y la expresión de la juventud mexicana.
Televisa, en su ira, publicó un
desplegado contra la periodista Carmen Aristegui, acusándola de recibir pagos
de parte de Carlos Slim para hablar en contra de su candidato, por comunicar
todas las erratas que éste va exhibiendo a su paso, con la firme intención de
confundir al electorado, diciendo que ella era una mentirosa.
No se puede ignorar a un sector tan
importante como es la juventud. No se le puede descuidar de esta manera. Los
estudiantes no son idiotas, no son los manipulables que se imaginaron, sino
personas pensantes que están hartas de las condiciones que, a su corta edad,
han tenido que sobrellevar. La violencia les ha secuestrado, matado o
desaparecido a compañeros y familiares. Sus vidas se han transformado. Sus expectativas
ante la falta de oferta laboral y, en muchos casos, de oferta educativa, representan
el futuro que les espera, y lo saben.
Los jóvenes que hoy pueden votar y que
hace seis años vieron cómo sus mayores libraban una frustrante defensa del voto
robado, del voto truqueado por la oligarquía, que atestiguaron campañas de
terror contra la izquierda mexicana, que observaron cómo nuestro país se
dividía en dos por unas elecciones para la presidencia totalmente manipuladas
por una institución en la que habíamos depositado nuestra confianza, el IFE,
hoy exigen limpieza y transparencia.
En nutridas manifestaciones, en
diferentes ciudades, con pancartas que mueven y conmueven por su expresión
dulce, poética y firme como: “Los estaba esperando, qué bueno que ya llegaron.
Atte, El País”, con sus voces decididas y nuevas, las y los estudiantes nos
exigen hoy: certeza, claridad, honestidad, en resumen, nos exigen La Verdad.
La campaña se denomina Yo
soy 132, en clara solidaridad entre Universitarios que hoy, ante
condiciones tan difíciles como las que ven en sus horizontes, ha roto las
barreras que los prejuicios sociales habían erigido entre escuelas públicas y
privadas, les ha llevado a hermanarse para exigir la conformación de un
ómbudsman informativo, que el siguiente debate se transmita por cadena
nacional, que el duopolio deje de mentir y además, ante la desconfianza que
este duopolio les genera, decretan que se van a expresar por las redes
sociales.
Critican la actuación de las televisoras
y exigen un código de ética de quienes se dedican a transmitir información, a
periodistas y comunicadores, a los capitalistas que lucran con las cadenas
televisoras.
Son ellos y ellas quienes hoy, enarbolan
las banderas de la democracia.
Quienes durante nuestra propia juventud
albergamos esperanzas de un mejor país,
quienes luchamos y nos manifestamos en nuestro momento, quienes vivimos
de cerca el terror de la guerra fría, quienes vivieron la persecución, la
desaparición y el encarcelamiento de estudiantes que participaron en los movimientos del 68 y posteriores, aplaudimos
los actuales movimientos estudiantiles y juveniles. Nos conmueve hasta las
lágrimas ver cómo ahora nuestros hijos son quienes toman la estafeta de la
defensa de la ciudadanía y de sus derechos, y deseamos que sean escuchados y
logren mantener viva esa esperanza.
¡Que vivan los estudiantes!
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