sábado, 8 de mayo de 2021

La mamá del odioso

 El tipo le había controlado casi todo en la vida que llevaban casados. Casi. Cincuenta años cuidando que no comiera mucho, que no saliera a la calle para nada, que no hablara por teléfono. Le medía el largo de la falda, la cantidad de agua que usaba al bañarse, las horas de sueño, el amor que debía prodigarle a él, a sus hijos, a sus padres. Ni hablar del dinero. Contabilizaba cuanto le daba, en qué lo gastaba, cuestionaba cada peso y cada centavo. Pero un día envejeció y enfermó. El tipo cayó en una silla de ruedas y no podía hablar. Llegó la hora de la venganza. Creyó que siempre iba a poder tratar de controlarla. Creyó que solo era mensurable lo que él pretendía controlar. Cuando todos dormían, ella se levantaba y le daba de sartenazos. Callada, sin gritos, sin coraje casi. Pum. Esto por todo lo que me negaste que comiera. Pum. Esto por todas las veces que quise salir con mi madre y no me dejaste. Pum. Este por los celos estúpidos que has tenido y me has acusado de tanta tontería. Pum. Este por no dejarme escuchar mi música. Por no dejarme bailar. Pum. Este por todas las veces que sin ganas tuve que hacer el amor. Pum. Este por las fiestas que tuve que armar para tu familia, a la que odio. Pum. Pum. Pum. Pum.

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