miércoles, 27 de octubre de 2010

Jugar

Jugar, jugar, jugar…. En tiempos de crisis económica, política, social, con tanta gente sin empleo, con tanta gente sin algo qué hacer, con tanta frustración, tantos problemas, las casas de apuestas son una excelente opción para ellos. Para ellas también, ya que se considera que casi el 70% de asistentes a las casas de juego son mujeres. Miles de personas han perdido propiedades, han dejado casi la vida en el juego. Algunas personas sí han dejado la vida en ello. Esta situación no es nueva. La magnífica obra de Dostoievsky, El jugador, da cuenta de ludopatía desde la Rusia zarista. Y desde antes, los juegos de azar están documentados desde hace mas de mil años antes de la llegada del cristianismo.
Monterrey no se puede quedar atrás.
Las primeras casas de juego “legales” fueron instaladas por Jorge Hank Rohn, quien en 2007 reportó ingresos anuales por 7 mil millones de pesos. Actualmente no hay claridad en la legislación al respecto, motivo por el cual han proliferado. En el documento Aspectos fiscales de los juegos de azar en México, publicado en 2009 por la UNAM a cargo de José Miguel Erreguerena Albaitero, se da cuenta de las obligaciones que por ley tienen las 23 empresas operadoras de juegos con apuestas y sorteos, para la apertura de 3 frontones, 9 galgódromos, 6 hipódromos, 351 centros de apuestas remotas y 327 salas de sorteos de números. El otorgamiento de dichos permisos se ha materializado en la entrada en operación de 1 frontón, 3 galgódromos, 1 hipódromo, 163 centros de apuestas remotas y 105 salas de sorteos de números. Mas las que se autoricen durante ese año y el presente. Tal vez sería bueno hacer algún documento acerca de los aspectos psicológicos y sociales de los juegos de azar. O un documento sobre las ganacias estratosféricas de las casas de juego en México.
A la fecha, en nuestra ciudad existen varios casinos instalados de manera “legal”. Los nombres son atractivos, están situados en lugares estratégicos: centros comerciales, calles de fácil acceso, lugares con toques de lujo y derroche. Atentos valets-parking, croupieres ataviados con una falsa elegancia, guardias y gritones aparentemente bien vestidos y bien peinados, invitan al despilfarro. Comida y bebida gratis a los habituées. Y por supuesto, están también las aproximadamente 300 “loterías” ilegales: El Cantarito es una de ellas. Estas están protegidas por sendos amparos federales. De vez en cuando la autoridad les da un sustito y en la prensa pasan los videos de las señoras corriendo, tratando de taparse la cara con las tablas que personalmente confeccionaron con las barajas que les dan más suerte. Son parte de los amuletos y rituales para atraerla. En los mercados que ruedan por toda la ciudad y su zona metropolitana, se cuenta al menos con dos establecimientos donde se juega lotería para ganar alimentos, limpiadores, escobas o trapeadores, las amas de casa apuestan a ganar. Cuando menos se divierten jugando dinero y ganando cajas de galletas.
¿Qué hay de malo en pasar un agradable rato jugando a la lotería, a las maquinitas, apostar dinero? En teoría nada de malo hay en ello, un rato de diversión, la oportunidad de ganar dinero fácil y rápido. Pero la cosa no es tan simple. Jugar implica impregnarse de adrenalina, sentir el placer correr por las venas: “estoy a punto de ganar”, lo cual se puede convertir en “estuve a punto de ganar” o “gané”.
En las leyes de probabilidades está la respuesta. El efecto que produce en quienes juegan genera compulsión, la cual se puede convertir en adicción y el resultado es una persona que depende del juego para mantener cierto nivel de satisfacción-esperanza-frustración-cruda moral-optimismo-pérdida de control-depresión-algarabía-ideas de suicidio-éxtasis-culpabilidad-correr riesgos-impulsividad-decir mentiras-emoción-megalomanía-placer. Las consecuencias en la vida de quien juega compulsivamente pueden ser muchas, y afectan la esfera social, biológica y psicológica.
El juego hoy no solo consiste en un juego real, como las maquinitas o el juego de números, ni un juego remoto, como apostar a carreras de caballos o un juego de futbol o de béisbol que están sucediendo en otra ciudad o en otro país, sino una modalidad es el juego virtual. Las apuestas por Internet proliferan, y para un amplio sector social, confeccionar granjitas, sembrar elotes o cuidar vacas, organizar un restaurante, preparar platillos, cuidar mascotas, limpiar acuarios, combatir policías convirtiéndote en un mafioso, jugar a carritos en una ciudad, convertirte en un caballero medieval, en fin… gracias a la magia del software gratuito, muchas personas hoy se ven atrapadas frente a la pantalla de una computadora.
Que tiene ventajas didácticas ni duda cabe, planear y organizar los tiempos de sembrar-cosechar, calcular los precios de las casas, los adornos, aprender a valorar la colaboración del otro o de la otra para progresar en la granja, solidarizarte y ayudar a tus vecinos de granja, como dice el comercial, no tiene precio, pero una señora a quien no conozco, maneja al menos siete granjas sembrando toda clase de verduras y frutas, preparando pan, vinos y perfumería virtual que vende y compra ella misma, ya que en una granja hace pan y en la otra lo compra. Me platicó que tiene una oficina para organizarse, porque sembrar en siete diferentes terrenos y estar al tanto de los tiempos de levantar la cosecha tiene su chiste, ya que de no levantarlo a tiempo, se pierde la cosecha. Es una mujer deprimida que –me confesó- no tiene vida sexual activa y sí en cambio cinco intentos de suicidio. El último intento fue planeado meticulosamente, hasta dejó de sembrar para que no se fuera a perder la cosecha, decidió a última hora no matarse porque su cuñada falleció ese día y aunque suene cómico, dijo que nadie le haría caso si lo intentaba. Dice que ha bajado de peso considerablemente, porque no come por estar jugando. Toma café y fuma. Pero que no mucho, nomás una cajetilla diaria. Que nadie le pone atención y que ella a nadie le hace daño jugando. Que le gusta muchísimo levantar cosechas y sembrar cosas útiles. Útiles porque le servirán en las otras granjas, así el trigo servirá a los que tienen panadería y las uvas a los vinateros, etc. Dice que tiene amigas en Argenitina, en Paraguay y en Costa Rica, todas ellas sembradoras del Farmville, que no le gusta que no le compren sus productos porque entonces ella no les compra, que no le gusta que los coyotes, nombre que les da a quienes se aprovechan de su siembra para ganar premios, se cuelguen de su sembradío, y los da de baja del Facebook si osan hacerlo. Tiene dos hijas profesionistas que se dedican a ramas de la salud. Tiene un marido de quien ella dice que es un santo porque la aguanta con todas sus manías y lo que ella da en llamar bipolaridad, como está de moda el término suena chic.
¿Cuánta gente está atrapada en su propia casa jugando? ¿cuánta gente está atrapada en el juego de casinos y loterías? ¿cuánta gente ha perdido sus bienes? ¿cuánta gente ha roto lazos familiares por el juego? Mucha. Mucha gente que está sola, que está deprimida, que prefiere jugar porque es aparentemente inocuo, cuánta gente no tiene atención y sí está desarrollando enfermedades mentales por el simple hecho de estar jugando? En una esperanza cifrada en tengo una corazonada, hoy, voy a ganar, pueden vender propiedades, empeñar objetos, rematar hasta la ropa que traen puesta, con tal de continuar jugando.
Quienes ven jugando a sus familiares inocentemente en las granjitas no se dan cuenta que poco a poco se van distanciando y que las vacas y sembrar arroz virtualmente, empiezan a ser mas importante que el afecto que se puedan prodigar. Aparentemente el problema no representa un porcentaje significativo para el sector salud, ya que es de una sutileza que va socavando paulatinamente el equilibrio de las personas, de las familias. . No se han percatado de que pian-pianito se va perfilando un problema social que en poco tiempo atrapará a un amplio sector de la sociedad, y quienes hoy hacen caso omiso a las voces de alerta, obstinados en beneficiar con el otorgamiento de permisos para abrir más y más casinos, mañana se lamentarán de cifras escalofriantes de ludópatas a quienes tendrá que atender, si no el sector salud, sí alguna clínica especializada en ese mal.
Estudios de universidades gringas que todo les encanta investigar aseguran que la sensación que provoca ganar en el juego equivale bioquímicamente al efecto que produce la cocaína. De ahí la adicción.
Quienes juegan insisten: cuando quiera lo dejo.

Sí, cómo no.